SERAPIS BEY EL GUARDIAN DE LA LLAMA




Serapis Bey es el chohán del cuarto rayo, jerarca del Templo de la Ascensión, en Lúxor, y el decimotercer miembro del Consejo de Adeptos del Templo de la Ascensión. También es conocido como Serapis Soleil, Serapis del Sol.

 

El cuarto rayo es la llama de la ascensión, la luz blanca de la Madre en el chakra de la base de la columna. De esa luz blanca surge la arquitectura, los principios de las matemáticas, los cimientos de la construcción del templo de la Materia y la pirámide del Yo. Ante la presencia de Serapis, uno conoce una concepción completamente distinta de lo que llamamos el Cristo, la persona real en todos nosotros.

 

 

Encarnaciones

Conocido como el Gran Disciplinario, Serapis llegó desde Venus con el Anciano de Días para volver a encender el fuego sagrado en el corazón de una humanidad rebelde. Su gran entusiasmo por recuperar a los hijos del hombre como reyes y sacerdotes para Dios se hinchó y se elevó comouna llama de voluntad, determinación y disciplina férrea.

 

 



Sumo sacerdote en el Templo de la Ascensión

Serapis fue un sacerdote del Templo de la Ascensión de la Atlántida. Como guardián de la llama de la ascensión, llevó la llama por el río Nilo salvaguardándola hasta Lúxor, justo antes de que se hundiera la Atlántida. Con sus propias palabras, Serapis nos ofrece un vislumbre de esta experiencia:

 

Recuerdo bien cuando se produjeron los primeros estruendos del hundimiento de la Atlántida. Porque, como sabéis, el hundimiento de ese continente llegó por etapas. Por la gracia de Dios, se dio un aviso que permitió que muchos escaparan. Y nosotros nos dirigimos a Lúxor…

 

Os preguntaréis por qué una llama espiritual necesita ser transportada por simples mortales. Siempre ocurre que los niños de la luz tienden a pensar que tales cosas deben suceder mágica y milagrosamente. Quizá algo del cuento de hadas se ha derramado sobre la religión y la gente se ha olvidado de que todo lo que ha sido forjado por Dios y el hombre ha sido un trabajo y un esfuerzo conjunto, arriba y abajo.

 

Os diré, pues, por qué esto es así: porque el único sitio en el que la llama puede morar, además del altar dedicado a eso, es el corazón vivo del adepto vivo.

 

En Egipto, Serapis y los hermanos que le acompañaban construyeron el Templo de la Ascensión; y ahí han protegido la llama desde entonces, alternándose en sus deberes mientras reencarnaban con ese único propósito.

 

Serapis Bey continuó reencarnando en la tierra del Nilo, renunciando a su propia ascensión hasta aproximadamente 400 a.C. Durante esas vidas llegó a ser el patrocinador de algunas de las proezas arquitectónicas más importantes que jamás se han producido en la Tierra.


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